Antiguamente, por ejemplo los romanos dividían el día en 12 horas que medían con relojes de sol. Así organizaban su vida diaria aprovechando todas las horas de luz. Como los días en verano son más largos, las horas de los romanos eran también mas largas en verano que en invierno.
Actualmente los días se organizan según los horarios de los colegios, oficinas, fábricas...y las horas son igual de largas en invierno y en verano. Esto hace que en verano se desaprovechen las primeras horas del día.
En 1784 para aprovechar estas horas a Benjamin Franklin se le ocurrió que las personas cambiaran sus horarios y se levantaran más temprano en verano.(¡Propuso despertar a las personas con campanadas y cañonazos al amaneces!)
En 1907 William Willett sugirió cambiar la hora en los relojes en vez del horario de las personas. Esto es el horario de verano, que se aplica desde la Primera Guerra Mundial.
Se realizan dos cambios de hora al año. El último domingo de marzo el reloj se adelanta 1 hora y el último domingo de octubre se retrasa 1 hora.
La principal ventaja es el ahorro de energía, aunque a algunas personas les causa algunos trastornos en la salud.
Jaime Blázquez Romero 4ºB
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