compañeros, un sapo y un ratón. Un día hablando con sus amigos se le ocurrió una idea:
-¡Escuchadme!, se me ha ocurrido una idea - dijo ilusionada la bruja. - Creo que hace tiempo vi
por aquí un libro sobre...
-¿Sobre qué?, preguntó su amigo el ratón.
-¡Ajá!, aquí está, el libro de los hechizos para sapos.
Al sapo se le pusieron los ojos de plato y justo cuando fue a escapar ¡Plof!, la bruja le cerró
la puerta en las narices.
-Chchch, dijo la bruja mientras movía el dedo índice hacia los lados. - Tú te quedas.
Cuando tenía todos los ingredientes, se dio cuenta de que le faltaba uno para terminar la
poción. Se acordó de que en el bosque había una ciudad en la que tal vez podría obtener el
ingrediente.
Muy decidida la bruja se fue hacia su escoba para dirigirse al bosque, pero cuando se
montó se dio cuenta de que no tenía gasolina y se fue a una gasolinera cercana a recargar la
escoba. Más tarde, mientras conducía no vio un árbol y se estrelló, cuando miró su escoba
vio que estaba rota pero su amigo el ratón la miró y le dijo:
-Tranquila, mira hacia tu derecha. La bruja miró y vio que estaba al lado de la ciudad, se
saltó la valla y cogió el ingrediente para la poción.
Cuando llegó a su casa, echó el último ingrediente y lo metió todo en un frasco de colonia y
se lo echó al sapo. Este sapo verde y repugnante se convirtió en un bello príncipe, la bruja se
fue corriendo a mirarse y al verse tan mal decidió hacer ejercicio y maquillarse porque
quería estar más guapa de lo normal para su príncipe.
Cuando ya estaba lista se dirigió hacia su príncipe, este miró por la ventana, vio al viejete
de la gasolinera y se fue con él, fue como si hubiera conocido a su pareja ideal, amor a
primera vista.
La bruja decepcionada y triste miró por la ventana hacia el horizonte, su amigo el ratón le
ofreció un trozo de queso y desde entonces se dio cuenta de que su verdadero príncipe había
estado siempre con ella, su amigo y primer amor el ratoncito.